La gente es coherente. O no. Dice y hace. Hace y no dice. Calla, y no para de hablar. Bueno, son momentos. Uno cambia lo que piensa como cambian las circunstancias de la vida. Se adapta. O no. Se amolda a la sociedad. Permanece en sí mismo. No nos ponemos de acuerdo, pero… ¿no ponernos de acuerdo es ser incoherentes? Tiene más que ver con el cambio de la realidad. Tiene que ver con amoldarse a ciertas situaciones, tiene que ver con madurar y con crecer. Pero también puede que tenga que ver con cuestiones de decir A y hacer B. Me permito preguntarme: ¿Acaso alguien lo prohíbe? ¿Acaso tenemos un juez moral que nos diga si está bien o mal ser incoherentes? Más allá de estas cuestiones, es rescatable que lo que prima es la decisión de decir y hacer cosas complementarias o contradictorias. Importa el por qué de la incoherencia. No es juzgarla, es entenderla, si se quiere. Es ver a la persona en sí y a la sociedad que la rodea. Es ser complicado cuando se puede ser fácil. Es ser enredado como este texto, o tan incoherente como poner un título y nunca resolverlo. Es una decisión. Y eso es lo que importa. O no.
*Matías BR
